En este nuevo episodio, Olga Runciman cuenta cómo pasó de ser enfermera en un hospital psiquiátrico a paciente crónica y sentenciada de por vida.
Escuchaba voces desde niña, sobrevivió a un bullying feroz y a abusos sexuales. Cuando pidió ayuda, el sistema la encerró durante diez años, la medicó y le puso la etiqueta definitiva: “esquizofrenia paranoide-sin posibilidad alguna de recuperación”.
Hoy Olga, como psicóloga y terapeuta familiar de Diálogo Abierto, trabaja con personas y familias para romper esas creencias tan desesperanzadoras. Olga es un testimonio vivo de que siempre, incluso en los casos más graves, puede haber salida. Pero hay que buscarla fuera del sistema de salud pública.
A pesar de haber estado al borde del suicidio, su mensaje es claro: la locura no es una condena biológica, sino una herida social y personal que se puede sanar si dejamos de tratar a las personas como cerebros rotos.






